El cultivo de cereales tuvo una
gran importancia en nuestro pueblo en épocas pasadas. Tanto la alimentación
humana como la de ciertos animales, dependían en gran medida de los cereales.
Generalmente, se destinaban al
cultivo de cereales las fincas más secas y pobres así como las situadas a gran
altitud. Los principales cereales de secano eran el trigo, la cebada y
sobretodo el centeno. En regadío se cultivaba el maíz.
Los tres primeros cereales se
cultivan en nuestro pueblo desde la más remota antigüedad pero el maíz, como
todo el mundo sabe, es una especie originaria de América que comenzó a
cultivarse en Europa en el siglo XVI.
El
trigo es un cereal muy adecuado para zonas secas y de clima templado. En nuestro
pueblo se cultivó poco y se destinaban a él las tierras más bajas y cálidas
como los olivares de Cerrocarazo o La Lucía. La harina de trigo se utilizaba
para elaborar pan y dulces. Como se producía en corta cantidad, el pan de trigo
era un auténtico lujo. Lo normal era consumir pan elaborado con 2 partes de
harina de centeno y una de trigo. Los dulces sin embargo, se elaboraban con
harina pura de trigo. Por ello, cuando había alguna boda o acontecimiento
familiar a la vista, se iba a los pueblos de Castilla para cambiar aceite de
oliva o pimentón por harina de trigo.
La paja de trigo era poco
apreciada y sólo utilizarse como cama para los animales aunque a los burros no
les importaba comerla.
La
cebada es más resistente que el trigo y se cultivó mucho en nuestro pueblo. Se
destinaba exclusivamente a la alimentación animal. Algunos animales como las
gallinas o las cabras consumían el grano directamente pero otros como los
cerdos o las vacas consumían la cebada en forma de harina.
La paja de cebada era la más
apreciada para la alimentación animal.
El
centeno es un cereal muy rústico que crece en suelos pobres y pedregosos.
Tolera muy bien las heladas. Se cultiva centeno de ciclo largo que se sembraba
en otoño y se segaba a finales de primavera.
El centeno se destinaba tanto a
la alimentación humana como animal. La harina de centeno presenta un color
oscuro por lo que recibía el nombre de “harina negra”. El pan de centeno era
tan poco apreciado que una popular expresión guijeña dice “eres más malo que el
pan de centeno”.
La harina de centeno era un
alimento muy apreciado por los cerdos que también consumían el grano entero
pero previamente remojado en agua y cocido. Era habitual ver en todas las casas
pucheros de barro con centeno puesto en remojo junto a la lumbre. La paja de centeno no se
destinaba a la alimentación animal sino que se empleaba para diversos usos como
veremos más adelante.
Todos
los cereales se segaban cuando estaban ya bien secos. El centeno era un cereal
de ciclo largo pero la cebada y el trigo se sembraban a principios de año y se
segaban al terminar la primavera. La siega se realizaba a mano utilizando la
hoz que se empuñaba con la mano derecha mientras que con la izquierda se iban
cogiendo manojos de cereal para segarlo. La mano izquierda se protegía con un
útil de cuero y manera denominado “manija” o bien con unas fundas de cuero para
cada dedo llamadas “dediles”.
Segadores con manija
El cereal segado se iba agrupando
en haces con los que se formaban luego las hacinas para transportarlas a la era
cargadas en los burros y mulos. Los haces se ataban con un manojo de paja de
centeno que recibía el nombre de “vencejo”.
Segadores atando los haces con
los vencejos.
Posteriormente, los haces de
cereal se llevaban a la era. La cebada y el trigo se trillaban utilizando un
trillo que es un instrumento fabricado con grandes tablones de madera que
llevaban incrustados en la parte inferior pequeños dientes metálicos. En otras
regiones se utilizan trillos con trocitos de pedernal pero en nuestro pueblo eran
raros. El trillo era arrastrado por uno o dos animales. Antes de comenzar a trillar, se
daban unas cuantas vueltas con los animales sueltas en la era para que con el pisoteo hagan que el grano se
desprenda de las espigas. Después se daban vueltas con el trillo hasta que la
paja quedase lo suficientemente molida para que los animales pudieran comerla. A continuación, se barría la era
con escobas de “baleo” o “ardivieja” para amontonar toda la paja en el centro.
Con la ayuda de unas horcas de madera denominadas “bieldos” se tiraba la paja
hacia arriba para que volase hacia la parte exterior de la era. El grano iba
cayendo en el centro de la era.
En Guijo de Santa Bárbara se conservan aún varias eras una en el Camino Real, cercana al Canchal del Risco La Guija y otra en el Llano entre la Plaza de Toros y el campo de fútbol (que también fue otra era en su momento).
Era del Risco La Guija
Era de El Llano
Posteriormente, se criba el grano
con unas cribas compuestas por un anillo de madera y una red metálica. Estas
cribas recibían el nombre de “harneros”. El cereal se echaba en sacos de
tela fuerte que recibía el nombre de costales.
Escenas de trilla en San Martín
de La Vega del Alberche (Ávila)
Con
el centeno se procedía de forma diferente pues se golpeaba la paja con la
“zurriaga” o “zorriaga”, utensilio formado por dos palos de diferente longitud
unidos con una cuerda o una correa de cuero. Se sujetaba el palo largo y se
golpeaba la paja con el corto. De esta forma, el grano se separaba de la paja y
ésta quedaba entera. La paja de centeno se utilizaba para confeccionar albardas
que eran una especie de montura o bien para rellenar jergones que eran una
especie de colchón.
Respecto
al maíz, es un cereal que se cultivaba en las fincas de regadío. Las hojas se
arrancaban aún verdes y eran un apreciado alimento para las vacas durante el
verano al igual que la parte alta de la caña.
Cuando las mazorcas estaban bien
secas, se recogían y se procedía a “espanocharlas” (quitar las hojas que las recubren)
y a desgranarlas manualmente.
Aunque el grano de maíz pueden
consumirlo los animales de forma directa, se solía moler parte de la cosecha
pues los cerdos y las vacas prefieren consumirlo en forma de harina.
La
molienda de todos los cereales cultivados en nuestro pueblo, se realizaba en
los molinos que había en la Garganta Jaranda y que funcionaban con energía
hidráulica. Existen restos de tres molinos:
-
Molino de Buenos Ajos. Se trataba de un pequeño molino
del que sólo quedan restos y que dejó de funcionar hace ya varios siglos.
-
Molino de la Prensa de Abajo. Se trataba de un
majestuoso edificio, hoy en lamentable estado de conservación, situado en el
camino del Fuentarrón, que baja desde el pueblo al Charco del Puente. Tenía dos
muelas, una para pienso o “harina basta” y otra para harina panificable o
“harina fina”. Estuvo en funcionamiento hasta los años 70 del pasado
siglo. En el mismo edificio
había una prensa de aceite o almazara, una panadería que funcionó hasta
principios del siglo XX y una casa vivienda para el molinero.
- Molino del Malagón. Situado en el actual campamento de
Aldealix. Se encuentra en excelente estado de conservación, utilizándose como bar del campamento, no
funcionando como molino harinero. Dejó de funcionar en los años 70 del pasado
siglo.
Molino de El Malagón
Información aportada por Silvestre de la Calle García