La caza ha sido una de las
actividades tradicionales en Guijo de Santa Bárbara. No era un simple deporte o
una distracción, sino una necesidad.
Era una forma de complementar la
dieta familiar, sobretodo en épocas de escasez. Asimismo era una forma de
aprovechar un recurso natural renovable que, gestionado de una forma adecuada y
sin realizarlo de manera abusiva, permite obtener unos beneficios y conservar
las especies.
En el siglo XVII, el insigne
historiador jarandillano Don Gabriel Azedo de la Berrueza y Porras en su obra Amenidades, florestas y recreos de la
provincia de La Vera Alta y Baja en la Extremadura, nos habla de la caza en
nuestra tierra donde cazaron reyes con Alfonso XI o Fernando V (El Católico).
Alfonso XI menciona distintos montes de La Vera en su celebérrimo Libro de la Montería. Entre ellos
aparece el Monte del Guijo.
En siglo XVII las principales
especies cinegéticas del Guijo y de La Vera en general eran el jabalí, el
corzo, la cabra montés, el conejo, la liebre y la perdiz. Había también otras
especies de menor importancia pero una importante especie cinegética de la
época ya había desaparecido: el oso pardo.
El oso pardo habitó nuestras sierras y bosques hasta finales del siglo
XVI. Tenemos testimonios escritos de su presencia en las Ordenanzas de La Villa de Tornavacas que fueron escritas en 1560.
Sin embargo en 1590, se reescriben de nuevo las citadas ordenanzas y ya no se
habla del oso por lo que debía de haberse extinguido. El oso no se cazaba por
su carne sino por su piel y por los grandes daños que causaba a la cabaña
ganadera que, por aquel entonces, estaba en plena expansión. Era la pieza
favorita de los reyes.
Hoy el oso está en grave peligro
de extinción y en España sólo habita en la Cordillera Cantábrica y en Los
Pirineos.
El corzo, un pequeño animal de la familia de los ciervos, habitó más
tiempo en La Vera, siendo abundante hasta mediados del siglo XVIII cuando poco
a poco comenzó su declive debido a la caza abusiva. Su nombre quedó grabado en
la toponimia guijeña con nombres como El Picorzo, zona de la sierra guijeña. El
corzo era cazado por su exquisita carne y por los graves destrozos que causaba
en la agricultura. Tengamos en cuenta que en aquella época, muchas fincas
guijeñas situadas a gran altitud eran utilizadas para el cultivo de centeno. Hoy el corzo está volviendo a
poblar nuestros robledales. No sabemos si ha sido introducido o ha recolonizado
la zona procedente del Valle del Jerte.
La cabra montés es hoy la especie reina de la fauna verata. Como
sabemos, nuestro pueblo forma parte de la Reserva
de Caza La Sierra junto con Tornavacas, Jarandilla de La Vera, Losar de La
Vera y Viandar de La Vera. Por ello contamos en nuestro pueblo con un magnífico
Centro de Interpretación en el que la cabra montés es la protagonista.
Se trata de un mamífero
perfectamente adaptado a la dura vida en la sierra y que durante siglos ha sido
una apreciadísima pieza de caza tanto por su trofeo como por la valiosa piel y
la exquisita carne. En el siglo XVIII aún se pensaba que su sangre era
medicinal y servía para curar algunas enfermedades relacionadas con el aparato
respiratorio.
La caza abusiva puso en grave
peligro a la especie por lo que en los años 80 del pasado siglo fue necesario
prohibir su caza para permitir la recuperación de tan singular especie.
Desde 2001, con la creación de la
citada Reserva de Caza, la especie puede cazarse legalmente. Su caza está
gestionada y rigurosamente controlada por la Junta de Extremadura, aportando
grandes beneficios a los pueblos de la Reserva y a los propietarios de los
terrenos integrados en la misma.
La carne de la cabra montés ha
sido tradicionalmente muy apreciada para la elaboración de los exquisitos
tasajos.
El jabalí es un animal de sobra conocido por todos. Semejante al cerdo
doméstico, con el que a menudo se hibrida, es una pieza cinegética de gran
interés. Su carne es muy valorada para la preparación de embutidos.
Dado que en El Guijo como en
otras muchas zonas, carece de enemigos naturales, su población debe controlarse
mediante la caza para reducir los daños a los cultivos.
La Perdiz roja es la reina de la caza menor. Se trata de un ave que
puede vivir tanto en zonas bajas como en terrenos de media y alta montaña. En
otro tiempo, su población era muy abundante en La Vera pero el aumento
poblacional de zorros y jabalíes, que destruyen los nidos y devoran los huevos,
colocó a la perdiz en una situación crítica de la que, afortunadamente, va
saliendo poco a poco.
Tradicionalmente se cazaba con
reclamo, utilizando una perdiz macho para atraer a otros machos competidores
con su canto. La perdiz se tenía en una jaula de alambre. Más arcaico era cazarlas con
rudimentarias pero efectivas trampas, muy utilizadas en nuestro pueblo.
La Trampa de tablillas consistía en un bastidor formado por cuatro
palos al que se ataban con pelo de cola de caballo dos tablillas abatibles. La
trampa se colocaba sobre un hueco practicado en el suelo de alguna trocha
utilizaba habitualmente por las perdices. Al pisar sobre ella, la trampa se
abría y el ave caía dentro, cerrándose inmediatamente las tablillas e
impidiendo la huida del ave.
Otra trampa aún más primitiva,
era la de lancha, consistente en una
lancha de piedra sujetada con un palito. La trampa se colocaba sobre un pequeño
hoyo y se ponía como cebo la cebollita del azafrán serrano o flor de la perdiz
(Crocus carpetanus), alimento muy apetecido por las perdices. Cuando el ave
intentaba coger las cebollitas, tocaba el palo y la lancha caía sobre ella. La perdiz es un ave muy apreciada
gastronómicamente.
El conejo de campo es un animal casi idéntico a los conejos
domésticos. Era muy abundante pero las terribles epidemias de la Mixomatosis y
la Neumonía Hemorrágica Vírica, provocaron un gran descenso de sus poblaciones
y hoy está prácticamente extinguido en La Vera. De hecho, en El Guijo no se
tiene constancia actualmente de la presencia de conejos de campo.
Tradicionalmente se cazaba con
hurón. Para ello se tapaban las entradas de las madrigueras con redes y se
metía dentro un hurón con un bozal. El animal hacía huir a los conejos que al
salir caían en las redes. Otras veces, no se ponían redes sino que un nutrido
grupo de cazadores esperaba con las escopetas a que saliesen los conejos para
abatirlos. La carne de conejo es exquisita,
con un sabor muy distinto al del insípido conejo de granja.
La liebre es una especie que prefiere terrenos llanos y abiertos por
lo que en El Guijo no era muy abundante.
Respecto al lobo, considerado aún especie cinegética al norte del río Duero, se
cazaba para evitar los devastadores ataques al ganado. Aparte de la caza, se
hizo mucho uso de venenos como la estricnina. Este cánido desapareció de las sierras
guijeñas a comienzos de los años 60 del pasado siglo.
El zorro también se cazaba por los daños que ocasionaba al ganado,
particularmente a los cabritos y gallinas. Hoy apenas se caza.
Otras especies cinegéticas que
tuvieron siempre menor importancia que las que hemos citado, son la paloma torcaz, la tórtola común, la codorniz
y la becada o chocha perdiz.
Información aportada por Silvestre de la Calle García