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martes, 22 de octubre de 2013

La conservación de alimentos en Guijo de Santa Bárbara

Una de las principales preocupaciones de los guijeños tanto actualmente como en tiempos pasados, ha sido la conservación de los excedentes agrícolas para poder almacenarlos y consumirlos durante el invierno. Hoy, con la congelación lo tenemos más fácil pero en tiempos pasados la gente tenía que emplear otros métodos como el secado o la preparación de mermeladas y licores.

 El secado

Era uno de los métodos más sencillos y utilizados para conservar todo tipo de frutas y algunos productos hortícolas. Muy conocidas son las ristras de pimientos (riestras como se conocen en El Guijo) que se colgaban a secar al sol para poder consumir en invierno los ricos pimientos charrascones como acompañamiento de las sopas de patata y de las patatas triscás.

Las manzanas y melocotones se cortaban en rodajas y se secaban al sol constituyendo los populares orejones que se consumían cocidos durante el invierno.



Muy conocidos son también los higos secos que tras secarlos al sol se “capaban” para que no tuviesen aire dentro y se conservaran mejor. Para conservarlos mejor, una vez secos se guardaban en bolsas de tela conocidas como talegos.

Los higos se podían consumir tal cual o utilizarse para hacer jarabes medicinales para los catarros. También podía hacerse con ellos el licor de higos consistente en macerar higos secos en aguardiente. Era vital que el aguardiente fuese flojo (20 º - 30º) pues el azúcar del higo lo refuerza y aumenta la graduación alcohólica.
Las uvas se colgaban a secar en las cocinas y desvanes y se consumían en forma de pasas. Durante el invierno, las uvas son apreciadísimas como acompañamiento de las sopas de tomate y las sopas de patata.
Las ciruelas y cerezas se secaban al sol. Las cerezas y particularmente las guindas, se metían en frascos con aguardiente una vez secas.
Los tomates también se secaban al sol. Para ello se abría por la mitad, se les quitaban las pepitas y se ponían a secar. Esta forma de conservación casi ha desaparecido al sustituirse por el embotellado.

Mermeladas

En el pasado eran desconocidas, pero a partir de los años 80, se convirtieron en una forma inmejorable de conservar todo tipo de frutas como frambuesas, fresas, ciruelas y un largo etcétera. La mermelada se elabora simplemente cociendo la fruta elegida con una cantidad semejante de azúcar y conservándola en tarros esterilizados al baño María.

Licores

También es una forma excelente de conservar determinadas frutas. Los dos licores más antiguos son el de nueces y la famosísima gloria.

El licor de nueces se elabora con nueces verdes machacadas (recogidas en el mes de julio), vino, aguardiente, azúcar y canela. Se mezcla todo y se deja macerar durante dos meses. Posteriormente se cuela y se embotella.

La gloria se elabora simplemente con mosto y aguardiente. Se deja reposar hasta que esté clara y se embotella. Se comenzaba a consumir tradicionalmente el Día de Los Santos.

Actualmente la variedad de licores es mucho más amplia siendo especialmente exquisito el licor de frambuesa. Los licores y mermeladas elaborados por Sabores del Guijo siguiendo las recetas tradicionales, están dando gran fama a nuestro pueblo.



Embotellado o Embotado

Los tomates se conservan embotellados. Para ello se pela, se meten en tarros de cristal y se cuecen al baño María. Este tomate sirve en invierno para elaborar platos como la entomatá o las sopas de tomate. También pueden freírse y conservarse así para su consumo directo.
Las judías verdes también pueden cocerse y conservarse embotelladas. En el caso de frutas como el melocotón o la pera, el proceso es parecido pero con algunas diferencias. La fruta se pela y se trocea introduciéndola en los tarros que se rellenan con un almíbar hecho con agua y azúcar. Después se cuecen al baño María.

Conservación de carne 

Aunque la matanza se realizaba siempre en invierno, si durante el resto del año alguna cabra o vaca sufría algún accidente y tenía que ser sacrificada, su carne jamás se tiraba sino que se conservaba en forma de tasajos. Para ello se cortaba la carne magra en tiras finas, se adobaba y se colgaba a secar en un lugar fresco y oscuro para proteger la carne de las moscas. Cuando estaban secos, se recogían en bolsas de tela. Podían consumirse tal cual o echarlos en el cocido.



Como vemos, nada se desperdiciaba en nuestro pueblo y aún hoy pese a la aparición de los congeladores, se siguen conservando muchos productos de la forma tradicional que nos han transmitido nuestros abuelos.

Información aportada por Silvestre de la Calle García

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